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Es tiempo de saborear uno de los productos más preciados que nos ofrece la Madre Tierra. La tuber melanosporum, más conocido como trufa negra, es un referente en las cocinas morellanas tanto por su tradición como por su carácter innovador en la gastronomía contemporánea que no cesa en experimentar con el extraordinario aroma que ofrece el hongo rey por excelencia.
La trufa negra se recolecta en los meses invernales. Crece bajo tierra, a unos 15-20 centímetros de profundidad, en la base de árboles como las encinas o los robles con los que convive en simbiosis con sus raíces. Se caracteriza por su aspecto irregular, áspero, globoso y negro. Los perros “truferos”, cuidadosamente adiestrados en su olfato, son los grandes buscadores del preciado tubérculo.
Tanto la recolección de la trufa como su posterior comercialización la convierten en un fruto preciado y también enigmático. El mercado de la trufa está marcado por transacciones directas entre recolectores y compradores que proceden de diversos territorios locales y nacionales. Sólo las murallas que rodean la ciudad son testigo de esta actividad que se realiza la noche de los viernes.
El diamante negro, como lo denominara uno de los fundadores de la gastronomía moderna Brillat-Savarin, tiene una versatilidad exquisita en las cocinas de los restaurantes morellanos.
Trufa laminada simplemente con aceite y sal, cruda para acompañar ensaladas o carpaccios, para aromatizar recetas de caldos o huevos. También enriquece las carnes rellenas, incluso brilla en los postres. La intensidad de su sabor, el aroma y la versatilidad que ofrece al cocinarla, convierten este fruto en la joya de la cocina morellana.
Durante todo el año la capital de Els Ports ofrece múltiples opciones para degustar su gastronomía. Ahora es tiempo de frío, viento, nieve... y nada mejor que degustar el arte culinario de esta época.
Progama de la XV Morella Jornades de la Trufa 2018