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La Companyia Hongaresa de Teatre nos propone acudir a "La piedra de la locura", una tragicomedia cuyo título se inspira en una supuesta operación quirúrgica que se realizaba en la Edad Media y que consistía en la extirpación de una piedra en la cabeza del paciente que era la causante de su necedad.
La anécdota histórica sirve de metáfora a la veterana formación de Puerto de Sagunto para poner en pie una obra donde se despliegan cuatro formas de abordar las diferentes caras de la locura en nuestra época.
En opinión de su autor, Paco Zarzoso, “de igual manera que hay una distribución horrenda de la riqueza, también hay una distribución pésima de la locura y de la cordura. En los aspectos en los que deberíamos ser más cuerdos (todo lo que tiene que ver con la ética) el mundo ha enloquecido completamente... pero por otro lado, hay un exceso de racionalismo en muchos aspectos de nuestra existencia donde no le vendría mal bailar con la inconsciencia”.
La mascota como símbolo
La piedra de la locura, programada los días 1 y 2 de diciembre en el Teatre El Musical de València, arranca con una pareja que contacta de urgencia con un veterinario porque su tortuga está muy enferma.
La elección de una mascota como desencadenante de la trama no es baladí. “Los animales en la ficción nos permiten generar proyecciones muy potentes de nuestros deseos, anhelos y frustraciones. Sólo hay que pensar en Moby Dick, La Metamorfosis de Kafka... Cucarachas, ballenas, perros y tortugas pueden darnos revelaciones muy poderosas”, indica Zarzoso, que ejerce la dirección del montaje al alimón con Carles Sanjaime.
Se trata de una propuesta con algunos tintes existencialistas pero hermanada con el absurdo. “El público no va a encontrar discursos, sino más bien retazos, alaridos, confesiones humanas donde convive lo más liviano con lo profundo. En nuestra obra cohabita la esperanza y la desesperanza. La obra tiene mucho de luces y sombras... y penumbras, al igual que el alma de los personajes. Hay ecos del romanticismo y del barroco”, puntualiza Zarzoso.
Cuestiones universales
La propuesta, además de contener el carácter tragicómico de las obras del dramaturgo valenciano y partir de una situación aparentemente cotidiana, sitúa al espectador delante de un precipicio emocional donde se dan cita con una gran sencillez las cuestiones universales y los grandes misterios de la existencia humana: la muerte, el amor, la enfermedad, la torpeza, la fe, la esperanza, el miedo, la compasión...
“El resultado es un reflejo distorsionado de la realidad, roto, nebuloso, deslumbrado, espasmódico... Unos reflejos que en nuestra obra, a pesar de hablar de temas duros, esperan conseguir el humor“, aclara el autor y codirector.